
Obelisco de Altamira en la Plaza Francia.
Como muchos de ustedes saben, hace dos meses estuve en Venezuela y escribí un par de crónicas que batieron en este blog comentareyesalamo.com todos los récords de lectura. Fue visto por varios miles de amigos de más de 40 países. Esta aldea global de Marshall MacLuhan, me encanta; el saber que lo que tú escribes lo ven en tantas partes diferentes de este maltratado globo terráqueo, te da como un gusto sabrosón.
Ahora, por asuntos familiares (el matrimonio –o boda como dicen en España- de un sobrino) regresé a la patria de Bolívar, tal como se conocía a ese país ante de la llegada al poder del Teniente Coronel Hugo Chávez Frías. Para los que están en la pomada es simplemente “La patria de Chávez”, pues da la impresión de que antes del Comandante Eterno, Supremo, Infinito, Colosal, Genial, Fantástico, Imperecedero, nacido en Sabaneta de Barinas (ninguno de los adjetivos usados para citar al muerto son inventos míos, se repiten constantemente en radio y televisión, además de vallas y afines) no hubo nadie en esa querida Venezuela que sirviera para nada.
Pues bien, en dos meses entre visita y visita no se pueden notar muchos cambios. En la entrada a Maiquetía tuve la suerte de que el avión llegó a su hora y casi no había movimiento por lo que la salida de maletas, chequeo en aduana (pasar por un escáner sin problemas) se hizo todo bastante rápido.
La subida a Caracas curiosamente fue como la últimas vez: cero tráfico desde Maiquetía hasta La Trinidad. Ni una sola retención, algo realmente inaudito. Mi hijo que me hacía de chófer me decía que hubo suerte pues generalmente la autopista del Este, o Francisco Fajardo, como ustedes prefieran, por lo menos a la altura de Parque Central o Plaza Venezuela suele ralentizarse cuando no trancarse del todo. Pero no, libres como el viento hasta la casa.
Por allá estuve 10 días, tiempo suficiente para estar con la familia, ver algunos amigos con los que me topé por esas calles de Dios, visitar el Consulado de España para buscar un documento que necesitaba y hablar con buenos panas que allí aún mantengo, ir al Saime a ver si lograba “cerrar” el pasaporte de mi esposa para sacar uno nuevo ya que a través del consulado en Tenerife no se conseguía (por cierto, en 10 minutos hablando con un “camarada” con camisa roja y barba hasta la cintura y que me dio la impresión que cree que aún sigo en VTV, se arregló el problema y ya tenemos cita para sacar uno nuevo). También me hice el Camino de Santiago entre La Boyera y la Universidad Nueva Esparta de Los Naranjos, encontrándome en el camino con distintos conocidos y amigos, entre ellos la plana mayor de la Hermandad Gallega de Caracas. Como anécdota, cuando “me sellaban el pasaporte” en la Alcaldía de El Hatillo, el que me puso el sello me invitó a tomar un refresco y yo le pregunté si no daban también empanadas, Muy amablemente me respondió que eso era al final del viaje. Luego mi hermana Raquel me aclaró que el de la conversada había sido el alcalde David Smolansky. ¡Si seré confianzudo! Palabra que no sabía era él.

Ir por Caracas, levantar la vista y encontrarse esa montaña, no tiene precio. El Avila, la Silla de Caracas, el Pico de Naiguatá. N´a guará, como diría un barquisimetano.
Esta vez llovió con ganas en algunas ocasiones. Hace dos mese vi arder El Ávila a consecuencia de la sequía y de la mano criminal de los pirómanos y sinvergüenzas (igualito que en España donde de cada 10 incendios, 9 son provocados). Ahora El Ávila –montaña majestuosa y bella- estaba verde, inundando a Caracas de oxigeno fresco y olor a bosque. Esos palos de agua caraqueño son tremendos, impresionantes, acompañados de truenos que parecen tambores de guerra. Amaneceres con atmósfera limpia, cielo azul, radiante. ¡Qué bonito es ver llover en Caracas!, sobre todo si estás tranquilamente en tu casita viendo caer la lluvia desde tu ventana.
Ya la autopista de Prados el Este está asfaltada, en la visita anterior andaban en ese proceso y había carriles (o canales) con asfalto nuevo y otros con lo corrugado del recién raspado. No, ahora ya esta fino. Algo han hecho, pero ante la famosa esquina de la Peña Tanguera de Bello Monte hay una alcantarilla sin tapa que lleva mucho tiempo con un tronco de árbol en ella metido para alertar a los conductores: sigue igualito. El día que saquen de allí ese tronco y coloquen la correspondiente tapa, deben llevarlo al Museo de la Buenas Acciones, pues cumplió un papel importante por muchos años en la defensa de los amortiguadores, tripoides y tren delantero de los carros caraqueños.
Vi algo de televisión, especialmente deportiva tanto en Tves como en Meridiano pues estaban en pleno apogeo los Juegos Panamericanos de Canadá. Lo más llamativo es lo increíble que resulta César “Nanu” Díaz. No sé si es por falta de presupuesto para contratar más gente o porque en la televisora dicen que con uno basta, pero este hombre estaba en pantalla las 24 horas del día. Vaya aguante. Lo vi narrando fútbol, voleibol, baloncesto, natación, boxeo, karate, esgrima, atletismo… todo, todos los deportes para él eran pan comido. Yo se que de fútbol sabe, de los demás deportes me lo tendrán que decir los especialistas.
Los programas de VTV son una sola voz: Chávez es lo más grande que ha parido Venezuela. No hay un solo programa donde el nombre del muerto no salga 10, 20, 30 veces. Maduro no sabe hablar (se conecta en cadena todos los días y en el momento menos inesperado) sin citar a Chávez constantemente. Yo no he visto en mi vida tanto culto a la personalidad de alguien como la que los chavistas dispensan a su Comandante Eterno, Supremo, Galáctico, Infinito y siga poniendo el calificativo enaltecedor que se le ocurra. Es más, los domingos en la mañana siguen repitiendo los “Alo Presidente” de hace años, íntegros, con sus tres, cuatro, cinco horas o las que hagan falta.
Lo de las cadenas de radio y televisión por cualquier pendejada es cada vez mayor; hasta hubo una con unas señoras que se graduaban de cocineras o algo por el estilo, las pobres con su gorrito de chef y aplaudiendo cada vez que los demás lo hacían, las mamarrachadas que el presidente decía. Dan hasta pena ajena; que caras de cansancio, de fastidio.

La próxima vez que vaya a Venezuela no dejo de ir a Los Roques.
Bueno, cambiando de tema, mención especial para la rumba a la que fui. Dudo que haya en muchos sitios rumbas tan sabrosas como las de un matrimonio (o boda) en Caracas. Desde que llegan los novios hasta que arranca uno con cuatro palos de más, aquello es un vacilón de mucho cuidado. Comienza el baile con los novios danzando con alguna canción que para ellos dice algo, se van sumando los papás, los padrinos, los tíos (yo entre ellos), los primos y todo el mundo. Ahí viene el consabido pasodoble de la Billos y ya no se para la pata hasta que por cansancio se abandona. Todo tipo de música con orquesta y discos cuando aquella descansa. Pasapalos, la hora feliz, los disfraces, las empanaditas, los tequeños, el whisky, el vino. ¡Qué gozadera tan arrecha! Las fotos de los novios solos, con los papás, con los amigos, con los tíos, con los primos, con las amigas del novio… fotos y más fotos, y se sigue bailando, tomando, comiendo, brincando. Así hasta las 4 de la mañana cuando me recogí con mi hijo y mi nuera para estar durmiendo hasta las 9 de la mañana… del lunes; más de 24 horas liquidado. Yo no dormí, estaba noqueado.

Un sobrino me definió a Los Roques como “El Paraiso del Paraiso”
Bueno, en dos meses nada ha cambiado: los mismos motorizados atracadores, irresponsables, come luces, come flechas; igual conductores de carros, camiones, busetas, autobuses haciendo lo que quieren, casi la misma escasez de productos que la vez anterior (papel higiénico, pastas dentales, medicinas, detergentes, productos de aseo personal, hojillas de afeitar, etc), concesionarios de vehículos sin vehículos que mostrar o vender, mismo sistema para seguir comprando los productos básicos por día de semana y final de cédula (dni), arengas en los medios a la revolución (especialmente Radio Arsenal y Radio Nacional de Venezuela junto con VTV son un vómito)…

Cuando llegan los productos de la cesta básica las colas son interminables
Pero hay una cosa que si cambio y vaya de que manera lo hizo: el precio de las cosas, la canasta alimentaria, los productos necesarios para la sobrevivencia, las medicinas, los repuestos…
Les voy a poner varios ejemplos para que vean como se ha encarecido todo en menos de dos meses. En mayo, a finales, comí en un restaurante de La Trinidad un pabellón criollo con baranda y huevo, una arepa y un batido de guanábana por 600 bolívares (600 mil antiguos, no nos olvidemos de este detalle) y ahora por lo mismo pagué 1110. Solo el pabellón que costaba en mayo 480 ahora sale por 790. En el restaurante del Centro Portugués en mayo comimos 7 adultos por 9500 bolívares; ahora fuimos solos tres y la gracia salió por 7200. En un restaurante japonés en La Trinidad comimos en mayo por 5500 bolívares cuatro personas. Ahora éramos tres que comimos más o menos lo mismo pero nos tumbaron 8600 bolos sin el 10 por ciento de servicio (que ellos no lo cobran pero que hay que dejarlo de propina, o sea casi10 mil bolivaritos). Todo esto en apenas 60 días.

El venezolano se acostumbró a hacer cola para todo. Y el que no se acostumbró, igual se la cala.
Me cuenta mi comadre la periodista Charito Rojas, de Uniónradio noticias, que la semana pasada le pusieron una pistola en la cabeza para atracarla en Valencia, que mensualmente en comida gasta en los supermercados 49 mil bolívares para ella, su hija y su papa, cuando a comienzos de años gastaba 23 mil. Una barbaridad. Por otro lado hay muchos sectores de Caracas donde el agua no llega. Yo no se si se llama INOS, Hidrocapital o Aguasocialista el organismo encargado de surtir de agua a los carqueños, lo cierto es que hay urbanizaciones de clase media donde el agua la mandan una vez al mes por 15 minutos. Los vecinos tienen que apelar a comprar cubas de agua. Cada camión cisterna cobra 4 mil bolívares y en un conjunto residencial de 16 familias necesitan cuatro cada dos o tres días. Imaginen 16 mil bolívares de cada vez por dos a la semana por cuatro al mes. Una millonada la que los pobres vecinos tienen que gastar en agua porque el estado no es capaz de suministrarla.
En fin, en dos meses todo casi se ha duplicado y mira que ya era caro. Pero ese dólar está galopando a la velocidad del viento, imparable, aunque el amigo Carlos Dorado de Italcambio diga que es un precio especulativo y acusa a Dólar Today de no saber ni lo que hace, no se sabe hasta donde puede llegar la situación en Venezuela. Hay unos que hablan de inflación y otros de hiperinflación. Volviendo a Carlos Dorado y Dólar Today hay un debate interesante: Dorado dice que la página Dólar Today maneja el precio de la divisa americana a su antojo, sin base científica ninguna, y desde la página le responden que si eso es así, por qué Carlos en su boutique Casablanca en una urbanización del Este, fija los precios de la ropa y demás prendas de alta costura, llevándose por los parámetros del dólar que ellos informan diariamente y no por el de Simadi o el preferencial de 6,30.

No hay gasolina en el mundo más barata que en Venezuela. Es más, el estado la surte gratis a las estaciones de servicio que aún así trabajan a pérdida.
En fin, eso no sabe quien lo para. La gran paradoja me la volví a encontrar cuando le eché gasolina al carro que suelo usar cuando voy para allá. Fui en la mañana de un día cualquiera al Consulado de España y en una cafetería que hay en la plaza de la planta baja, tomé un café negro (más bien un agua churri) en un vasito plástico del tamaño de un dedal (bueno, un pelín más grande para no exagerar). ¿Costo? 45 bolívares más 10 por pedir una bolsita de sacarina. Luego en el estacionamiento de la Torre Lara porque tiene “valet parking” me cascaron 50 bolos por menos de una hora estacionado. Y al llegar a la PDV de La Trinidad llené el tanque de gasolina que estaba casi vació: 38 litros por 3.50. Si, tres bolívares y cincuenta céntimos, leyó bien. Un café que será 0,005 litros de agua sucia, 45 bolos. 38 litros de gasolina, tres bolívares y pico.
Como decía el recordado Omar Lares, ¡se cansa uno!