Libro ¡Comenta Reyes Álamo!

Un día del mes de septiembre del 2007 me senté delante del ordenador, como se dice en España, o del computador como mentamos en Venezuela, y me puse a escribir sobre lo que buenamente recordaba, lo que me venía a la mente, desde que mis padres me hicieron emigrar de mi natal Valverde de El Hierro, en las Islas Canarias, España, hacia Caracas en octubre de 1965. Tenía 14 años y medio y ese choque de pasar de una villa de poco más de dos mil habitantes a una urbe cosmopolita como la capital de Venezuela fue fuerte. Pero todo en la vida se asimila y lo que al principio fue una aventura que yo pensaba era pasajera,  al cabo de un mes, ya consciente totalmente de que aquel cambio era para largo, pues comencé a beber los aires caraqueños, a imbuirme del espíritu y alma criolla, me llevó a adaptarme y a querer esa bella tierra;  estuve, con muchas más alegrías que tristezas, por casi 36 años. En Venezuela crecí, en ese país me hice hombre, estudié, conocí a la que ha sido mi compañera por más de 40 años y con la que seguiré, tal como le dije al cura en aquel octubre del 75 en la iglesia de Cumbres de Curumo, “hasta que la muerte nos separe”.

Y traigo a colación a mi novia, mujer, esposa, pareja, amante y madre de mis hijos (todo en uno) porque ella fue la que me apuraba, la que me instaba a que me sentara a escribir lo que recordara de mi vida.

-Siempre que llegabas a casa del canal, de algún partido, de la calle me echabas un chiste y un cuento;  pues ahora no te pongas a echar chistes, pero si siéntate y ponte a escribir lo que te venga a la mente de aquellas anécdotas y curiosidades.

Y así nació un libro que llevaba escrito en gran parte más de seis años. Allí tenía archivado en “mis documentos” bajo el título “memorias Reyes” como había sido mi vida desde que tengo uso de razón, hasta mi llegada a Venezuela en el 65 y mi regreso a mi tierra natal en el 2001. Ahí tenía escrito qué había estudiado, dónde, como comencé a relacionarme con la prensa, cómo entré al canal 8, cuánto tiempo comenté Fútbol Italiano hasta que un día dije “basta” y me retire voluntariamente del equipo de transmisión. Cómo fue que regresé al 8 para hacer el Fútbol Español, con quiénes de compañeros, los mundiales transmitidos, los Panamericanos, los Olímpicos, los partidos de fútbol del campeonato local venezolano, los suramericanos. Mi vida profesional a la vez que futbolística porque siempre me ha gustado jugar este deporte y especialmente con el equipo que teníamos en VTV hubo unos partidos antológicos en clubes sociales del interior, desde Maracay hasta Acarigua. Todo, todo lo tenía ahí guardado. Hasta me acordé que en el 88 Marta Colomina me boto en una “movida de mata” en VTV. Anécdotas, curiosidades, etc. Y se paró la cosa. Hablé con varios amigos relacionados con el mundo de los libros y todos me decían parecía interesante la cosa pero nadie se atrevía a darme una solución.

En febrero de este año 2014  conozco a  un muchacho que entre más lo conozco más serio me parece y mejor me cae: Tomás Manuel Muños Bosch. En un viaje que hice a Venezuela nos conocimos, me hizo una entrevista para el semanario “Simplemente Fútbol” y aprovechando el tema le hablé de un libro que estaba escribiendo pero que tenía parado desde hacia años. Le pareció interesante la cosa, se la planteó a su jefe en Editorial Melvin, empresa especializada en libros deportivos, señor Eligio Restifo, y ya al día siguiente recibí un email del mismo diciéndome que le echara pichón, que terminara de escribir lo que estaba escribiendo que él lo editaba. Me puso unas condiciones que ni discutí, que acepté totalmente, y de regreso a mi casa en Tenerife, España, retomé aquel archivo que dormía el sueño de los justos desde 2007 y comencé a añadir lo que faltaba, desde el 2001 hasta nuestros días. Igualmente revisé lo escrito, quité cosas, añadí otras y el resultado es el libro ¡Comenta Reyes Álamo! que ya está en Las Librerías Tecniciencias y Las Novedades de toda Venezuela, y al que a través de este blog, si usted ya lo adquirió, podemos comentar conjuntamente si es que tiene curiosidad por que le amplíe algo o le eche algún cuento que no me atreví a publicar en el libro.

Igualmente al amigo Tomás Muñoz le pedí me escribiera el prólogo y luego me comunique con mi profesor, amigo y tutor de tesis de grado Antonio Olivier, hoy residenciado en esos estados que están tan juntitos, para que me escribiera una introducción, y es lo mejor que pude haber hecho, porque si el libro no le gusta ya con lo escrito por Olivieri está bien representado el precio del mismo.
Lo hemos adornado con fotos para darle más agilidad y para recordar momentos de mi vida profesional, por aquello de más vale una imagen que mil palabras.
Y en él se explica también el por qué del título. Casi al final del libro está la razón. Lo que si aclaro es que una vez escrito y acordado su edición no teníamos título, y luego de pensar unos cuantos no había ninguno que nos convenciera (esto lo discutimos mi esposa y yo), hasta que un día me despierto a las tres de la madrugada pensando que estaba narrando un partido y alguien dijo ¡Comenta Reyes Álamo!
Ahora entiendo porque mis profesores de publicidad en la UCAB me decían que los publicistas o creativos tenían en la mesilla de noche un lápiz y una libretica para apuntar las ideas que a esa hora le venían. Yo lo que hice fue despertar a mi mujer, que a mi lado dormía placidamente, y le dije: ya tengo título, ¡Comenta Reyes Álamo! y ella me respondió, “si, está bien, mañana hablamos”.